El bombero sólo piensa en fuegos
en torres que arden y chisporrotean
en árboles centenarios convertidos en teas
en cables de alta tensión cayendo al suelo
en ríos de lava artificial
en presas desembalsando llamas
en antorchas, en coronas flamígeras
ciñendo su frente helada,
su pulso frío, su mísera
elucubración glacial,
en la distancia.