Esos bultos erguidos que veis caminando por las aceras de ciudades imantadas de orín
Esas siluetas perfectamente recortadas sobre un fondo gris
Esos músculos, esas fibras, ese acúmulo de órganos y detritos contenidos en un esfuerzo infrahumano por contravenir al dictado supremo
Ese arrastre de cadenas, chirriantes y opacas, retumbando por avenidas atestadas y plazas desiertas donde nadie descansa
Esa pose de funámbulo que trata de guardar el equilibrio en tierra firme
Ese aspaviento infausto de cadáver que no va a resucitar
Esa presunta versatilidad para adaptarse, cuando opone en realidad todas sus fuerzas contra el viento bueno el que conduce hacia la puerta de salida
Ese cambiar por cambiar, por no plegarse a la evidencia de que una sola ley nos gobierna, y es indeformable
Ese andar equívoco, ese movimiento de un cuerpo falsamente ambiguo, pues no conoce (aunque no ignora) la marca que lleva grabada en la etiqueta
Ese rastro que se desvanece y no perdura
Ese ademán de rostro fiero que llora sólo para adentro, pues no trasciende
Esa supervivencia que nunca es tal, sino pereza: a asumir la propia vida, a dejarse llevar por la suave decantación, a ser arrastrado dulcemente en dirección desconocida
Ese miedo a perderse a recobrarse en otra dimensión a ser de otra manera más densa menos aparente
Escrito por Proteo a las 17 de Septiembre 2004 a las 12:55 PM