¿No ha sucedido nada o todo ha sucedido? (C. RODRÍGUEZ)
En tus afueras y por los alrededores
felino que espera la ocasión de redimirse
mordisqueo los goznes de tu puerta usual,
hoy abierta (quizá) y cerrada todo el resto
de mi Semana de Pasión incontenible.
Mientras degusto el sabor de los óxidos
que me corroen las almas y me desdentan
(almas: las cien que necesito para poder oírte;
dientes: los que seccionan en dos mi lengua
de hablarte sin que lo parezca demasiado),
me debato en la duda clásica del creyente.
¿Volverá el pájaro a cubrirme con la sombra
de su vuelo remoto? ¿Caerá en la red
el pez huidizo de una voz que se alza y decae,
burlando la retórica del sí y el nunca se sabe?
¿El áspid me dará ocasión de detenerme,
o tendré que correr de nuevo hacia la vida
postrada donde perdí mis garras y mi don?
En esta constante
irresolución de todo,
no soy el juez,
sino la parte
de cargar con el peso
que me endosa otro.
Y yo, tal vez
para mi desdoro,
así lo quiero
también.