La maraña de recodos.
El obstáculo insalvable.
Una traba, dos, doscientas,
doscientas mil, dos puñados
o ninguna.
Caer o desliazarse.
Alternar las jornadas afables
con bestiales hambrunas.
Darse de morros.
Ir en volandas. Sufrir en balde.
Caminar a oscuras
por senderos tenebrosos y,
en un instante,
acceder a la llanura.
Cobrar altura poco a poco,
llegar muy lejos,
beberse el aire,
dar las gracias
y rodar
otra vez dentro del pozo.
Revolverse, porfiar,
ver, desconfiar, ser un poco
cafre, mostrar las uñas
(típica estrategia gatuna),
emerger fuera del lodo,
nuevamente el gran viaje:
subir, bajar,
tenerse en pie,
irse arrastrando,
encontrar oro.
Gastarlo:
gastarse.
El desgaste está cantado.
Si esto, en puridad, nunca ha empezado,
¿por qué tendría que acabar?