Cuántas veces no habré adoptado la misma estrategia: hacer creer al enemigo (esa inercia voraginosa, ese sopor) que estaba alejándome, que retrocedía hacia posiciones conocidas, cuando la verdad era que me preparaba para dar un brinco aún mayor. Como el saltador de pértiga, que tiene que salirse de la pista para coger impulso, yo también aplico la treta de retirarme, antes de atacar. Me hago el dormido, para abrir los ojos de par en par; camino lentamente, justo antes de lanzarme a la carrera. Es lo que tenemos los espíritus retráctiles: nuestra capacidad de alternar, súbitamente, contracción y dilatación, nos asemeja estupendamente a los muelles... boing, siempre a punto de estallarte en plena cara.
Escrito por Proteo a las 5 de Febrero 2004 a las 12:36 PM