De un único verso
no solicitado (seminal
incursión en la tierra natal)
se devana el poema entero:
sólo hay que tirar del hilo
para que vayan cayendo
las palabras fruta madura
en nuestro plato ardiendo:
alimento ideal para Teseo,
promesa oscura para Ariadna.
Entre el laberinto
y la dueña del ovillo
subsiste una amenaza
mutua que viene de más lejos.