12 de Mayo 2004

Papillons

Capricho decadente

Recuerdo cuando paseaba por mis propias sensaciones como si fuera el dueño de un suntuoso palacio.

Abría sus puertas y cruzaba los salones y pasillos con un parsimonia ducal. Me delectaba en la contemplación de los arabescos en la alfombra, de los damascos en los tapices y en las molduras del artesonado de los techos. En cada una de sus circunvoluciones hallaba un motivo para extraviarme en una ensoñación infinita.

Cerraba las ventanas en pleno día, sólo por sentir el placer anacrónico de alumbrarme con un candelabro Luis XIV, y me complacía en desorientarme en el laberinto de mis alcobas ricamente amuebladas con piezas rococó o estilo Imperio.

Si estaba en su apogeo la canícula estival, encendía la chimenea sólo por asistir al espectáculo de dos astros luchando con antagónico ardor; en lo más crudo del invierno, deambulaba con un té helado entre los dedos, de manera que una vaharada de voluptuosidad me recorría el espinazo a cada sorbo.

El valet tocaba al piano las piezas que mejor armonizaban con mi ánimo de cada momento (huidizo y cambiante): una pavana, un nocturno, una delicada barcarola o, quizás, un vals triste.

Por entre los visillos, el día se iba incorporando, o bien decaía con morosa credulidad, y yo lo bendecía todo con una sonrisita papal o cadenalicia (según si portaba o no la mitra de un poema entre los labios, o un verso solo).

Y es que, en aquella época de quimeras lujosas, mi sensibilidad era el único escenario: no atendía a la llamada de los grajos, ni escuchaba a los sapos canturrear en su inmunda charca. Los insectos eran sólo una estampación de mis albornoces de seda china. El mal, un bonito argumento en volúmenes de mitología griega y romana.

Cuando me recluía en mi santuario de armonías, mi alma y yo éramos los únicos personajes reales en un ficticio decorado. No como ahora, en que la verdad está allá afuera, detrás de las persianas y más allá de mi cercado, y yo me he convertido (cardo entre lirios) en su más servil plagiario.

Las mariposas, hoy, son sólo gusanos tardos.

Escrito por Proteo a las 12 de Mayo 2004 a las 12:25 PM