Lo peor del verano son las ventanas
insistentemente abiertas, y el olor
a fritura del recuerdo del buñuelo,
y las antiguas esquivas regalando
sin medida sus secretos, y el reloj
chorreante a mediodía con la saña
de un bombero apagando el fuego
provocado por el maldito especulador,
y el anillo de silencio que limita
el centro frío por todos lados,
y las ambiciones desmesuradas
en el tostador de los camelos
(mentira tras mentira
hasta la revelación final),
y la arcilla endurecida, y el horror
de la arena maltratada por el sol
de tu veneno, y la rama
retorcida del abeto,
y el desierto
impregnándolo todo
del color incierto de la muerte
inminente de las semillas
de la planta de la felicidad.
Lo peor del verano es el verano
mismo sin escapatorias.
Como la vida y su otro yo.
Escrito por Proteo a las 8 de Junio 2004 a las 11:35 AM