10 de Octubre 2004

EL BOMBERO PIRÓMANO

Soy un bombero pirómano: con una mano invoco el frío y con la otra, me estoy quemando.

Soy un espíritu bimembre, un cerebro desdoblado, el corazón que se partió en dos por dos, cuatro (las aurículas suben-bajan, los ventrículos se contraen y se dilatan, todo ello a lado y lado del espejo).

Soy la promesa que a sí misma se contesta en forma de inquisición nuevamente insatisfecha.

Soy el actor y el representante, el hombre-orquesta que ameniza toda fiesta, a condición (por favor) que no aparezca el hierofante.

Soy mi público y mi privado, el onanista ubriaco de las fantasías cautivas (sus trucos se remontan al más remoto pasado), la trompa del elefante y la cola del ratón que le muerde el gran talón no tan sólo por delante.

Soy el alfa balbuciente y la omega que renquea: entremedio, un sentido ¡ay! y cien fingidos ¡qué sé yo!

Soy la avenida desbocada que se aboca, la muy falsaria, a sus propios estiajes. Todo fue principiar la filtración y vislumbrar desde muy lejos el peor de los embalses, todo fue resbalar entraña adentro y aparecer (nuevo de nuevo) aspirando a la emersión.

Ese es mi reto; esa, la condenación: vívido y tantálico, arrítmico sincopado, elevo mi andamiaje sólo para poder ver —mítiica evidencia bajo el dictado cíclico del sol— cómo mi otro yo, mi fraticida hermano gemelo, rápidamente lo abate.

Escrito por Proteo a las 10 de Octubre 2004 a las 12:31 PM
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