No me digas que sí ante el altar
de la autoridad competente
que sanciona nuestra unión:
dime tal vez, dime quizás,
dime algo que disuelva estos nudos
que atenazan mi garganta
harta de repetir los himnos conocidos.
Porque
si vienes vestida de uniforme,
no te extrañe que te dé ordenes:
el general de mi vida es un ente
abstracto que me guía y me vigila
sin necesidad de darle vueltas
a este mandamás y yo menos.
Si decides, en cambio, arrojarte
al vacío con el salto del ángel,
piensa en el mar,
piensa en las nubes,
construye en tu mente una materia
blanda y envolvente, un hogar,
una placenta donde los seres
renacen a su condición inicial:
blanca, informe, salada,
llena de poros,
llena de aire,
nueva cuna de la vida
inmediata de mañana.
El pacto que te propongo
es una forma rara de investidura
a lo absolutamente irreal.
Él es el que Es:
de acuerdo, así sea,
amén.
Yo, no. Yo soy
el que va a ser,
el que era y esa interrogación
que se balancea entre los dos.
Él es recto, plano
y completo. Yo, en cambio
prefiero verme un poco informe,
con bultos y hondonadas,
algo fofo y arrugado,
en fin, bastante pobre
en atractivos pero sobrado
de zanjas, socavones
y protuberancias
en el cuerpo y en el alma.
Él es palabra, es La Palabra.
Yo soy apenas, y con esfuerzo
sombra, eco, resonancia
de Su cielo en esta tierra.
Entre mi aquí y su dónde,
mi ahora y su cuándo,
quiero trazar, y trazo,
espacios de alianza,
tiempos conformes,
plazas, calles y veredas
entre Su voz y el Hombre:
que venga o no venga
a nosotros su reino es algo,
compañeros, cuya tardanza
ni me afecta,
ni me corresponde.
Si hablo es sólo (lo declaro)
para darle a esta esperanza
la apariencia de una Nada
firme tras su esencia
confusa y rara de Algo.
Dechado de carencias, soy
el epítome de las vías muertas:
los trenes que me recorren
acaban descarrilando, o toman
el primer desvío a la derecha
(lo recto se desvanece
en el túnel de la extinción).
Mina sobreexplotada, fuente
que se agota, acúmulo
de detritos varios: insinuación
del fin bajo múltiples formas.
El destino común del hombre
lo anticipo yo desmoronándome
por la pendiente de los descuidos.
Mírame bien.
Soy tu oscura
premeditación.
Si te duele la mano izquierda, ¡córtatela!
Si concibes pensamientos impuros, ¡estrangúlalos,
o derrama su sangre en un cáliz
del que luego beberás, ansiosa y blanca,
como beben los abstemios a distancia!
Si la música te envuelve
con armonías afines, con seducciones
magnéticassi tienta el baile
tus pies quebrados por la inmovilidad.
Si la estampa fija de tu hogar
tiembla al contacto de las hojas verdes
que, como membranas traslúcidas,
parecen llamarte desde detrás de la mampara.
Si el juego que iniciaste quiere llevarte lejos
(más allá de las ventanas hay luz
y una lluvia fina que impregna tu cara
entrevista quizás).
Si apuestas con los dados cargados
con el plomo de tus múltiples renuncias preventivas.
Si nadas en la orilla y guardas
la ropa entre algodones ignífugos,
ESCUCHA:
a) la cabeza más ligera es la cabeza hueca
b) quien no ama lo que quiere tiene que odiar lo que no quiere
c) renunciar es virtuoso sólo para los muertos
d) esto parece una carta pero es un martillo,
es una queja pero revierte en perdón:
yo no soy quién para juzgar
los motivos que te hicieron condenarme,
oh tú, mi juez oculta en la barrera.