23 de Noviembre 2004

CUIDADOS MUTUOS

Tu identidad y mi diseminación cumplen una misma función escrutadora.

Oponiéndonos, nos atamos con un nudo que ninguna negociación haría más fuerte.

Miro tu flor: gira.
Observa las vueltas que doy yo: permanezco estático.

Siempre nos estamos rehuyendo, y al cabo nos encontramos.

Será nuestro destino desdoblándose a lado y lado del mismo espejo roto.

Será nuestra extraña forma de cuidarnos el uno del otro, sin dejar de seguir (para siempre) separados.

Escrito por Proteo a las 1:59 PM | Comentarios (0)

12 de Noviembre 2004

DESGRACIA

Desgracia es abrir la mano y no sentir el tacto cálido del vacío entre los dedos.

Desgracia es subir la escalera peldaño tras peldaño y tener la clara impresión de que no asciendes.

Desgracia es evocar los instantes idos de plenitud de un modo distante y mortuorio.

Desgracia es revolverse en el asiento y perder, en un solo gesto, el gusto de la renuncia y el placer de hacer proyectos.

Desgracia es creer que uno tira del carro del tiempo, cuando en verdad eres tú el arrastrado.

Desgracia es saber pero no acabar de asumir.

Desgracia es continuar —ignoro el qué, desconozco hacia dónde, temo hasta cuándo.

Escrito por Proteo a las 8:35 PM | Comentarios (0)

PANTANO

En el pantano, el agua es densa y la tierra, poco segura.

En el pantano, no sé si los insectos nadan o los peces patinan —hasta ese punto el elemento desconfía de la identidad.

En el pantano, las lavanderas ennegrecen su ropa para acordarla al signo del Tiempo.

En el pantano, la espera es el modo activo del verbo desesperarse.

En el pantano, nadie sabe nada o, en cualquier caso, se lo calla.

En el pantano, una masilla compuesta de polvo y excremento tapona las fisuras por donde podría penetrar el aire y regenerar la entraña del pantano (ya por siempre infame, estéril y desencantado).

En el pantano, las voces de los niños parecerían graznidos de gaviotas, caso de que alguien quisiera detenerse y escuchar.

En el pantano, toda suma tiene como resultado invariable cero.

En el pantano, nada pasa porque nada permanece. La sucesión, aquí, es un efecto óptico o una cualidad aportada por el espectador.

En el pantano, se invierte la ley de la densidad: el agua cae; el limo, emerge.

En el pantano, hay mareas pero internas, de modo que la clásica renovación por el fondo carece de proyección en superficie.

En el pantano, todo está cabeza abajo:quien se fuga, se queda y quien logra escapar, ése es el que permanece —si lo cuenta y, además, se le entiende.

Escrito por Proteo a las 8:34 PM

9 de Noviembre 2004

EL FUEGO DE LA PRIVACIÓN

“El fuego es privación ya que, para existir, consume lo que existía antes que él” (IBN’ ARABI)

El paisaje calcinado no recuerda nada de lo que experimentó durante el gran incendio. Su memoria se limita a la brasa que es y seguirá siendo.

En ese estado de tizón, de ascua extinta, de tronco carbonizado y sin mañana, el árbol de sombra implora ahora un parasol: todo él desguarnecido, se abisma en un tiempo profano carente de cruz y de cara. Los rayos del astro del cielo parecen lanzas en un cuerpo no amparado; las aguas que bajan por su costado le arrancan la costra de la desolación.

El bosque posterior a la soflama se aboca en la boca del adiós. El tocón no reverdece; la perspectiva se angosta. Lo que fue una maraña de hojas, parece ahora un lecho de briznas crujientes —sin expectativa, sin redención.

Contemplando la arboleda ausente, no sé si me falta ella o el ausente soy yo.

Escrito por Proteo a las 5:54 PM